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"Carta a un Asesino"

Lázaro Daniel Amores Alfonso, no sé si llegarás a leer esto pero me da igual. Espero que otras personas lo hagan por ti y sepan realmente cómo eres.
Te conocía por las fotos que encontré en el domicilio que vivías junto a tus dos víctimas, mirándote en ellas me parecías patético pero cuando te he tenido a tan sólo unos metros cerca de mí, estos cinco días horribles en los que por tu culpa hemos tenido que soportar por ser un asesino, –¿por qué ya se te puede llamar asesino no?–, me pareces mucho más patético todavía, das miedo, no me extraña que Andrés temiera estar contigo y que durante los dos años que convivió en su mazmorra estuviera tan atemorizado.
Siempre había sido un niño tímido pero alegre, aunque últimamente era mucho más reservado, se volvió más serio. Durante los fines de semana, fiestas y vacaciones que estaba junto a su padre y sus abuelos al igual que con el ex compañero de su madre, o su hermano y su sobrino era otro, pero cuando tenía que volver a esa casa con su verdugo, no quería.
¿Qué le hacías que tanto temía estar ahí?, ¿qué daño te podía hacer un niño de once años?, ¿por qué te estorbaba?
Cuando apareciste el primer día del juicio y te vi me temblaban las piernas y me latía el corazón tan fuerte que no me dejaba respirar. Qué impotencia tenerte tan cerca y no poder ni insultarte, ni recriminarte nada de lo que habías hecho, porque encima que eres un asesino estás protegido, como te protegieron cuando te cambiaron de la cárcel de Alcalá a la de Salamanca porque te pegaron. ¡Qué pena! Quizá con un poco de suerte pudiste sentir el miedo que tuvo que pasar Andrés cuando vio como matabas a su madre y que el próximo era él, aunque realmente te hubiera dado igual, porque en estos días no te he visto ni uno solo momento en el que bajaras la cabeza, ni pestañearas. No sentías el más mínimo remordimiento, estabas con la cabeza bien alta como el que acaba de hacer algo con mucho orgullo, ni tan siquiera te inmutaste cuando viste las fotos de tu crimen, tenían que ser horrorosas por la cara que ponía el jurado, pero tú como si nada. Ni tan siquiera cuando declararon su padre, su hermano y la compañera de éste que estaban tan solo a un metro de distancia tuya. Por suerte no escuché tu declaración en el juicio, pero sí que escuche la de la policía, forenses, psicólogos y demás personas a las que has arrastrado en tu fechoría.
Recuerdo a uno de los policías que fue el primero que entró en la casa y, según describía los hechos, se me ponían los pelos de punta, incluso cuando contó cómo se encontró a Andrés, se tuvo que parar porque no podía seguir. Pero tú como si nada, es como si tuvieras un impermeable y todo te resbalara.
¿Que pasó por tu cabeza ese 17 de enero para hacer lo que hiciste? En tu declaración decías que fue una discusión por celos de la ex pareja de Yolanda, ¿pero realmente fue eso? O fue que te dijeron que salieras de la casa porque el día anterior y esa misma mañana Yolanda y Andrés estuvieron en el juzgado, porque el padre de Andrés había pedido su custodia, porque el niño le había dicho que no quería volver allí, y tenía todas las posibilidades de que la perdiera. Claro que si te ibas de la casa, ¿dónde ibas a ir si estabas indocumentado y tenías a tus espaldas una orden de expulsión y un gran historial delictivo? El camino más fácil fue el crimen. Así volverías a la cárcel, como estuviste anteriormente, y tendrías comida caliente y una buena cama. El día de los asesinatos lo pensé y no me equivoqué mucho ya que el día de tu sentencia, cuando te ha preguntado tu abogado que te parecían los cuarenta y siete años y medio que han pedido por tu condena, le has contestado que te daba igual. Claro cuando más tiempo estés, ¿no tendrás que volver a tu país no?
También te quiero felicitar por la brillante actuación de tu abogado (el cuál pagamos todos religiosamente para que defienda a tipos como tú que se merecen la misma oportunidad que tú les diste a Andrés y Yolanda). Se ha trabajado mucho tu defensa, sobre todo, cuando dijo que el niño se podía haber defendido y que se cayó al suelo, y que tus facultades mentales no las tenías bien. En ese momento me tuve que salir de la sala diciendo que cómo se podía defender si tan sólo era un niño, y que se cayó al suelo porque ya lo habías matado no conozco a nadie que se mantenga de pie una vez muerto. También dijo que tenías arañazos en la cara producidos por Andrés, ¿qué podía hacer un niño de 11 años ante un animal como tú, que en lugar de manos tiene garras con las que le estrangulaste y le dejaste el cuello negro? Cualquier persona intentaría defenderse, pobrecito, ahora va a resultar que la víctima eres tú. Y por si fuera poco dice que son muchos años. La pena es que no te han echado otros cuarenta y siete más y ya no sales de la cárcel, como no pueden salir del nicho ni Andrés ni su madre, Yolanda.
Esperaba que el ultimo día cuando te dijo la jueza que podías decir algo en tu defensa, te arrepintieras, pero no contestabas y tuvo que volver a decirte que no era una obligación sino un derecho que tienen todos los acusados, y tu contestación fue “no tengo nada que decir”.
Yo tampoco tengo nada más que decir sólo esperar que cambie la justicia de nuestro país y en lugar de poner tantos año, que al final sólo se cumplen la mitad, las condenas para estos asesinos como tú, como el de Mariluz, Sandra Palo, Marta del Castillo y otras víctimas como ellas, sea de cadena perpetua.

Etiquetas: Machismo

entrada de tribulete @ 20:06