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Ha sido un pionero en el devenir del entorno de la banda terrorista. Participó en la fundación de ETA, defendió la línea dura en los años más terribles, evolucionó lentamente hacia una postura tibia de condena de la violencia, y ahora ha caído en una redada policial en pleno "alto el fuego permanente". Éstas son las principales etapas de su viaje hasta defender la paz.
Como a tantos otros "luchadores" vascos, la Guerra Civil marcó profundamente su vida. Acompañó a su padre, militante del PNV, en su huida hacia Chile en pleno conflicto. Tenía 10 años cuando regresó a Bilbao, en 1942, para continuar una existencia itinerante: estudió Derecho en Gran Bretaña, volvió a España para llevar una frenética actividad política clandestina y se afincó en varios países europeos con una clara querencia por el "santuario" francés.
En su biografía destaca su participación en la fundación de ETA, en 1959. Junto a históricos como Íñigo Irigaray, 'Txillardegi', organizó en 1962 su primera asamblea, en la población francesa de Bayona.
Llegó a estar encausado en el célebre proceso de Burgos, en los estertores del franquismo. Hasta la muerte del dictador, destacó como miembro activo de la banda y fue expulsado en varias ocasiones del territorio francés.
Defensor de la "línea dura". A caballo entre España y Francia (en Biarritz dirigió una empresa dedicada a la fabricación de grifos), inspiró la fundación de Herri Batasuna en 1978 y de la llamada alternativa KAS.
De esta época datan su defensa del asesinato de la etarra arrepentida 'Yoyes' y su detención, en 1988, acusado de fabricar imanes utilizados en las bombas de ETA. Pasó tres años en cárceles franceses antes de ser liberado, en 1991.
En 1995, el asesinato de Gregorio Ordóñez, líder del PP en Guipúzcoa, marcó su alejamiento de las posturas más intransigentes. Abandonó Herri Batasuna alegando esta formación no había condenado el atentado. En una entrevista en un periodico, contestó lo siguiente a la pregunta de por qué no había condenado antes crímenes similares: "En aquella época yo estaba convencido de que la violencia armada era absolutamente necesaria, porque nuestro pueblo estaba aplastado y alienado (...). Yo siempre he estado en contra de los atentados indiscriminados".
Practicó la abogacía en el despacho de Txema Montero y se fue acercando a posturas más dialogantes, hasta que en 2001 se integró en Aralar. Antes, en la última tregua de ETA de 1998, afirmó que la estrategia de la banda "ya no se pliega a la voluntad mayoritaria del cuerpo social vasco".
En los últimos años ha residido en el País Vasco francés con su compañera, con la que tiene dos niños, que se suman a los ocho hijos que tuvo de una relación anterior. Una de ellos, Iraia, falleció cuando tenía un año y medio en un accidente al ahogarse en la piscina del domicilio familiar.
El pasado 9 de mayo, declaró sobre el actual proceso: "Los vascos ya hemos hecho movimientos suficientes para que Zapatero se dé cuenta de que, por nuestra parte, la cosa va en serio". Y sobre las víctimas dijo que "sería conveniente" que ETA pidiera perdón, pero de forma natural. La primera condición sería que la petición de perdón sea totalmente espontánea. No debería ser una cosa impuesta. Que la confianza personal venga poco a poco y de esta forma haya una especie de reconciliación natural que, con el tiempo, comporte una petición espontánea de perdón".
En una reciente entrevista en el 'Heraldo de Aragón', Julen Madariaga, el histórico fundador de la banda, resumió su gran viraje: "ETA se debilita porque el pueblo vasco le da la espalda, no por la represión".