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martes, 4 de agosto de 2009

Otra Seguridad Privada

En Latinoamerica todos los segmentos de la seguridad privada se encuentran en franco crecimiento a tasas mínimas del 5 al 8% anual, desde hace varios años. La tendencia se ha acentuado a raíz de la ola de privatizaciones en la región.
Los factores ya mencionados en el caso de las fuerzas de seguridad pública en los países desarrollados se repiten en todos los paises latinos, acentuados. Los problemas presupuestarios son mayores, el déficit de recursos humanos y de entrenamiento también lo es, y en varios países se extiende la preocupación por la calidad del recurso humano que está ingresando en unas fuerzas de seguridad mal pagas, mal equipadas y en ocasiones socialmente muy desprestigiadas.
El sector es muy intensivo en personal en todo el mundo, y lo es más aún en Latinoamérica por la menor tasa de incorporación de tecnología a los servicios. Las cifras aproximadas de guardias de seguridad formalmente empleados por país son:
Brasil
570.000
México
450.000
Colombia
190.000
Centroamérica
105.000
Argentina
75.000
Venezuela
75.000
Perú
50.000
Chile
45.000
Otros países
70.000
Total
1.630.000
A estos mas de 1,600,000 guardias de seguridad formalmente registrados, probablemente deban añadírsele unos 2,000,000 informales más. En Latinoamérica, por lo tanto, habría cerca de cuatro millones de personas trabajando en el sector de la Seguridad Privada, número que crece del 6 al 8 % anual.
Para dimensionar este mercado, téngase en cuenta que en este momento hay unos 890,000 guardias registrados en toda Europa.
Competencia por precio:
Hay una dura competencia por puro precio en toda la región, acentuada por las dificultades económicas generales que presentan muchos países. Al acentuarse la concentración de los clientes corporativos, y la segmentación de los clientes pyme e individuales por la distribución cada vez más regresiva de los ingresos, la competencia por puro precio se exacerba.
Problemas en cobranzas:
En Latinoamérica y otras regiones, a diferencia de lo que ocurre en los países desarrollados, las empresas de seguridad tienen dos problemas: concretar ventas, y luego cobrar los servicios vendidos. En toda la región, quizás con la excepción de los servicios formales en algunos países como Brasil, la informalidad en el cumplimiento de los plazos de pago comprometidos es más la regla que la excepción.
Algunos subsectores de la seguridad privada, por ejemplo la vigilancia por medio de guardias, son más vulnerables a esta situación. Este segmento tiene bajos márgenes de ganancia y un porcentaje sustancial de sus costos que deviene del pago de salarios, cargas sociales, etcétera. Estos pagos deben realizarse indefectiblemente cada fin de mes. Un puñado grandes clientes (o un solo) que no pague en tiempo y forma, puede hacer tambalear, o caer, a una empresa latinoamericana de seguridad, que en general no tiene acceso al crédito para cubrir "descalces" financieros, salvo a tasas que inviabilizan cualquier negocio.
Problemas normativos:
En nuestra región existe toda clase de problemas normativos referentes a la seguridad privada. Desde países en los que no existen normas específicas para el sector (como ocurría hasta el año pasado en Bolivia y ocurre aún hoy en países de Centroamérica), hasta países en los que hay ciertas normas pero insuficientes y que no conforman a nadie, como en el Perú, hasta el otro extremo de Argentina,México, países federales en los que cada provincia, estado o municipio puede tener una ley propia - y suele no haber dos iguales -, lo que causa toda clase de inconvenientes a las organizaciones de seguridad.
Niveles de ilegalidad:
En Latinoamérica, existen muy altos niveles de ilegalidad en la prestación de servicios de seguridad privada. Al hablar de ilegalidad estamos hablando de una sumatoria de delitos tales como la prestación de servicios por parte de empresas que no se encuentran habilitadas para ello, que evaden el pago de sus impuestos, que brindan servicios con personal sin contratos legales, que no pagan las prestaciones sociales de sus empleados, etcétera.
Si bien el fenómeno no es exclusivo de nuestra región sino que también se comprueba en Europa, USA, etcétera (ver Informe Hallcrest), lo importante en nuestros países es la extensión del fenómeno. En Argentina hay unos 75,000 guardias formalmente registrados y otros 70 ú 80.000 ilegales, en Brasil 570.000 y 1.000.000, en México 450,000 y quizás 600,000 y así siguiendo.
Incluso en Chile, el país de la región más reputado por el cumplimiento de sus leyes, Carabineros de Chile, órgano de contralor del sector, si bien contabiliza unos 45,000 guardias registrados, no puede estimar ni la cantidad de guardias ilegales ni la cantidad de empresas al margen de la ley.
Téngase en cuenta que, dado que en varios países no existen estadísticas confiables al respecto, cuando brindamos un número de "guardias formales" por país en general estamos brindando la mejor estimación que puede conseguirse actualmente. Y en cuanto a la dimensión del sector informal, se trata de una "especulación fundada" sobre la base de conversaciones con los referentes de la seguridad privada y autoridades de contralor en cada país.
Como decíamos antes, estimamos que en este momento hay en Latinoamérica aproximadamente 1,630,000 guardias de seguridad formalmente registrados, y quizás entre 2 y 2,5 millones informales más.
Para cerrar el tema de la ilegalidad en el sector, que por sí mismo requeriría un libro completo, es necesario comprender que cuando hay un oferente que provee un servicio de seguridad en condiciones no legales, hay un demandante que lo compra. Y con lamentable frecuencia, los compradores de servicios en condiciones manifiestamente ilegales no son solo clientes privados, sino también dependencias gubernamentales.
Necesidad de entrenamiento:
La necesidad de perfeccionar el entrenamiento de los involucrados en este sector, no muy diferente a la requerida en muchos otros sectores económicos en Latinoamérica, es clara. Hablamos aquí tanto de entrenamiento en habilidades operativas, sino también de habilidades gerenciales para quienes conducen la organización.
En cuanto a las habilidades operativas básicas, hasta hace pocos años el sector contrataba de modo preponderante a personal proveniente de fuerzas armadas y de la seguridad pública, los que se supone ya las traían incorporadas. A medida que pasa el tiempo y crece la demanda, se incorpora más personas no provenientes de estas fuerzas, y a las cuales se les debe enseñar seguridad "desde cero".
Tenemos un gran déficit de instituciones de formación en habilidades operativas, teniendo en cuenta la cantidad de personas que cumplen estos roles en toda la región. El país mejor organizado al respecto es Brasil, que cuenta con más de cien academias de entrenamiento. Por el contrario, en varios países no existen instituciones o academias de ningún tipo.
En cuanto al entrenamiento hay dos dificultades, no exclusivas de Latinoamérica:
La legislación de algunos países no lo prevé, o su necesidad está legislada pero en realidad no es exigida ni controlada de modo adecuado.
El entrenamiento tiene costo. Los clientes en la región lo requieren pero no se muestran dispuestos a pagarlo. Exigen personal bien entrenado, pero en general solo buscan pagar lo mínimo a lo que obliga la ley o menos aún, y ni hablar de formación a su cargo. Si la ley no lo obliga y los clientes no lo pagan, obviamente las empresas darán a su personal la menor cantidad de entrenamiento que sea posible, ya que para ellas se trata de un costo muy difícil de trasladar a precios.
Y en cuanto al entrenamiento en habilidades gerenciales para directivos del sector, recién está comenzando a realizarse con cierta seriedad, no solo en Latinoamérica sino en todo el mundo. El sector tiene pocas décadas de existencia, hay muy pocas Instituciones que brindan estas clases de carreras, cursos y programas, y sobre todo hay muy pocos docentes que además de su disciplina específica (administración, finanzas, recursos humanos, etcétera) además tengan conocimientos específicos y profundos sobre seguridad privada.
El Foro de Profesionales Latinoamericanos de Seguridad y otras instituciones han comenzado a trabajar activamente en este sentido, estableciendo mecanismos de vinculación con Universidades e Institutos de formación en diversos países de toda la región, esfuerzo que deberá profundizarse.
Mejora visible y continua:
Pero si hay una palabra que resuma la situación de la seguridad privada en Latinoamérica, esta palabra es mejora. Mejora sustancial, visible y continua, en todos los países de la región. Mejora en la cantidad, naturaleza, diversidad y especialización de los servicios proporcionados, en la cantidad, calidad y entrenamiento de su personal, en el profesionalismo gerencial de sus directivos, en la paulatina consolidación de las instituciones que nuclean a los profesionales y empresas participantes y en la legislación específica para el sector, casi en todas partes.
Creemos que esta mejora permanente, de la cual somos testigos hace años, continuará por la propia dinámica de crecimiento del sector, y por una demanda que continuará mejorando en el mismo sentido.

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entrada de tribulete @ 19:41

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