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jueves, 29 de octubre de 2009

¿Violador o no?

Un joven de 23 años, de nacionalidad alemana e identificado como Steven M., se enfrenta a una pena de 10 años de prisión por la supuesta violación en su domicilio del municipio de Cádiar de la que había sido su ex novia, que tenía entonces 16 años, hechos por los está acusado de un delito de agresión sexual y de otro de lesiones.
Los hechos, enjuiciados hoy en la Sección Segunda de la Audiencia de Granada, se remontan, según el escrito de acusación de la Fiscalía, al pasado 20 de diciembre de 2008, cuando los dos jóvenes se encontraban en una discoteca de la pequeña localidad alpujarreña, donde el procesado, que presentaba una actitud "agresiva", invitó a la chica a acompañarle a su casa.
Una vez en el domicilio, de madrugada, la golpeó varias veces en la cara y la agredió sexualmente contra su voluntad hasta en dos ocasiones, hasta que la madre y la tutora del inculpado, acompañadas por la Guardia Civil, lograron sacar a la joven de allí, después de que la supuesta víctima escribiera un mensaje al móvil a su progenitora en la que le pedía que fuera hasta la vivienda de su ex pareja "porque tenía problemas".
El procesado reconoció hoy ante el tribunal haber mantenido aquella noche relaciones sexuales con la joven, pero "consentidas" , si bien negó haberla insultado ni agredido, ni en el 20 de diciembre pasado ni en la relación que mantuvieron con anterioridad.
Aquella noche, según aseguró, su ex novia estaba borracha y cuando su madre se acercó hasta la casa del inculpado --lo hizo hasta en dos ocasiones-- preguntando por ella, fue la propia chica la que le pidió que no le dijera que estaba allí, porque le "tenía miedo" a ésta, ya que no estaba de acuerdo con que se viera con él. "No quería que su madre la pillara conmigo", mantuvo el inculpado, que afirmó además que diez días antes también habían mantenido otra relación sexual voluntaria.
Testimonio completamente opuesto ofreció la muchacha, también extranjera, que manifestó ante la Sala que el maltrato había sido habitual durante su noviazgo, que se prolongó durante siete meses. La madrugada del pasado mes de diciembre volvió a agredirle, obligándola a ir hasta su casa, donde la forzó y pegó en repetidas ocasiones --unas 30-- para conseguir su propósito sexual.
En un descuido, ya en el baño, según relató, consiguió escribir un mensaje al móvil de su madre para que fuera a por ella, puesto que incluso llegó a temer por su vida. "Estaba muy asustada. Pensé que me iba a matar y yo no grité porque él me tenía amenazada. Tampoco podía salir, porque echó la llave y la escondió", señaló.
La joven negó que estuviera esa noche bebida y, en principio, aseguró que desde que finalizó su relación de pareja con el acusado no lo había vuelto a ver. Sin embargo, a preguntas de la defensa, reconoció que diez días antes habían mantenido relaciones sexuales, aunque llegó a decir que esa circunstancia "no tiene nada que ver" con lo que pasó.
El presidente del tribunal le llevó la contraria y ella tuvo que admitir la existencia de esas relaciones.
La madre, que compareció también como testigo, exhibió al tribunal el mensaje de móvil que recibió a las 3,15 horas de aquel 20 de diciembre. En el texto podía leerse, en un lenguaje producto de su estado nervioso, "Mamá, necesito ir a por mí. Ven a la casa de Steven. Tengo problemas".
Así lo hizo la madre, que se acercó hasta el domicilio de éste una primera vez, en la que Steven le dijo que su hija no estaba dentro, y una segunda, en la que le reiteró esa negativa pero optó por penetrar en al vivienda, donde encontró a su hija, en el dormitorio, con la mirada fija en la pared, muy nerviosa y temblando.
El padre, que es el que comparte vivienda con su hija, señaló que la actitud de ésta ha cambiado "mucho" desde la agresión, puesto que ahora es una persona "muy aislada" e "insegura" y necesita de una luz para poder dormir. "No es feliz", apuntó.
Los guardias civiles que acompañaron a la madre y a la tutora de Steven en la segunda ocasión en la que éstas fueron hasta su domicilio, declararon que la primera llamó muchas veces a su hija, pero que ésta no contestaba.
Así, el acusado invitó a la madre a entrar a su casa y ésta sacó de la mano a la joven, que estaba "muy bebida" y "nerviosa". Él también había bebido, según los agentes, y aunque no estaba especialmente violento sí presentaba un "estado chulesco".Los médicos forenses aseguraron que la chica no presentaba lesiones externas de una agresión sexual y que tan sólo tenía una lesión leve en la rodilla, si bien apuntaron que la ausencia de signos de violencia no implica necesariamente que ésta no se infligiera.
La fiscal elevó sus conclusiones a definitivas, en las que pide, además de la pena de cárcel, una indemnización para la chica de 6.030 euros, y en su informe consideró suficientemente creíble el testimonio de la víctima como prueba de cargo. Dudó de que ésta tuviera miedo de su madre, como declaró su presunto agresor, si fue la persona a la que avisó de sus problemas a través del mensaje exhibido hoy ante la Sala.
La acusación particular, que solicitó la misma pena y responsabilidad civil que el Ministerio Público, ahondó en que el joven tuvo esa noche una "clara intención", para la que empleó una "intimidación suficiente y eficaz".La defensa, que pidió la libre absolución", apuntó lo "contradictorio" del testimonio de la víctima y puso en entredicho la credibilidad de su relato, teniendo en cuenta que tan sólo diez días antes habían mantenido una relación carnal. De hecho, incidió en que era ella misma la que quería volver a reanudar el noviazgo, a lo que él se negaba. "Ella tenía un sentimiento por Steven y el resto son falacias y mentiras", resaltó el letrado, que aludió al principio 'in dubio pro reo' por el que en caso de duda se favorezca al acusado.El juicio de hoy, que ha estado presenciado por alumnos universitarios, ha quedado así visto para sentencia.

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entrada de tribulete @ 22:34

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