El asesinato de la enfermera británica
ALEXANDRA Lily Lye, había cumplido recientemente 27 años cuando llegó a Almería. Morena, de pequeña estatura, 1´56, rondaba los ochenta kilos de peso con una gran facilidad para hacer amistades. Hasta la fecha de su desaparición llevaba solo diez días de vacaciones en Aguadulce, lugar que había elegido recomendado por unas compañeras de trabajo.
Llegó a la capital, el 17 de agosto de 1991 en el vuelo directo Londres-Málaga, acompañada de su amiga Ana Maria Pearson, de 30 años. Ambas trabajaban como enfermeras en el hospital Santo Tomás de la capital británica. Alquilaron hasta el 31 de agosto, fecha prevista de retorno a Londres un apartamento en Aguadulce situado en la séptima planta del edificio Crucero.
El jueves, 29 de agosto, Ana Maria Pearson, se despidió de su amiga por última vez. Eran las nueve y media de la noche. La despedida no fue cara a cara, sino a través de la puerta de acceso al cuarto de baño.
Esa noche Ana María decidió pasarla fuera con un amigo que había conocido en la colonia británica afincada en Aguadulce. No regresó a su apartamento hasta la tarde del día siguiente, cuando ya planeaba la sombra de la tragedia. El viernes 30 de agosto, sobre las ocho de la mañana, un vecino del edificio descubrió en el rellano de la cuarta planta, junto a la puerta del ascensor y el acceso al parking de la comunidad, una gran charco de sangre cuyo reguero procedía de la escalera y llegaba hasta la séptima planta.
Unos quince minutos mas tarde, los vecinos del edificio Crucero observan la llegada de dos patrulleros de la Policía Local y un Land Rover de la Guardia Civil cuyos agentes se mueven con celeridad subiendo las escaleras mientras no dejan de escucharse mensajes de movilización a través de los trasmisores de los efectivos.La puerta Nº 2 en la séptima planta del edificio estaba cerrada. Al forzarla, la Guardia Civil, encontró a un metro de distancia, un gran charco de sangre de varios centímetros de espesor.
Dentro de la vivienda no había nadie. Tampoco se apreciaron señales de lucha o violencia. En el pequeño salón sobre una pequeña mesa se halló el pasaporte de la enfermera británica dentro de una pequeña bolsa de viaje. Tampoco se encontró dinero u otros efectos de valor.Tras una breve inspección ocular, uno de los agentes de la Guardia Civil, comunicaba por transmisiones su impresión sobre lo que había ocurrido al sargento de Aguadulce.La cantidad de sangre esparcida se calcula entre los cuatro y cinco litros. La hipótesis general es que la enfermera ha sido agredida en el cuello con algún objeto punzante o cortante, cuando se disponía a salir por la puerta o abrírsela a alguien, seguramente conocido. Se determina que el cuerpo fue arrastrado por los pies hasta la cuarta planta. Mientras tanto Ana Maria Pearson, su amiga enfermera y el joven británico que la acompañaba, Steve Stephen declaran ante el juez Gabriel Socías. Tras las manifestaciones, el juez autoriza la salida del país para ambos, aunque la muchacha lo haría una semana mas tarde tras confirmarse oficialmente la desaparición de su amiga.Hay que reconstruir los pasos dados por la enfermera, desde la última vez que alguien la ve con vida.
Se conoce entonces, que Alexandra Lily fue vista en el pub El Australiano, cerca de su domicilio, sobre las diez de la noche. Allí, permaneció hasta aproximadamente las cuatro de la madrugada, unas veces bebiendo sola y otras acompañada de amigos y conocidos circunstanciales.Los propietarios del establecimiento, con los que estuvo después tomando copas en otros locales de Aguadulce, Ian Welch y Sonia Gil, fueron las personas que la acompañaron hasta el apartamento del edificio Crucero, esa misma madrugada, sobre las cuatro y media de la mañana.
Las investigaciones determinaron, que el hecho pudo producirse en la franja horaria entre las cuatro y media y las cinco y media de la mañana.La Guardia Civil comenzó a interrogar a numerosas personas, verificando y comprobando horarios, lugares y gente que tuvieron relación con la desaparecida. Los investigadores piensan que el cuerpo pudo ser trasladado por una sola persona, que tenía prisa porque estaba empezando a amanecer y no darle tiempo a limpiar la sangre. Debería tener especial interés en que el cuerpo no fuese hallado en el apartamento de la víctima y lo pudiesen relacionar con el autor del crimen.
La justicia se encontró entonces con una figura no muy habitual en el apartado criminal cotidiano. No existe el cadáver. Se trata pues de un crimen sin cadáver. Mientras tanto, se desplazan hasta Almería, diversos componentes de la UCO de la Guardia Civil, especialistas en este tipo de investigaciones. Cuatro días mas tarde, cuando ya la noticia daba la vuelta al país y la prensa sensacionalista británica desplazaba a mas de un "aguerrido" reportero, la Guardia Civil detiene al matrimonio propietario del pub El Australiano, Sonia Gil e Ian Welch.
El juez Nicolás Poveda Peña, que de manera accidental llevaba junto al Juzgado de Instrucción número 3 de Almería, el juzgado numero 2 de Roquetas de Mar, señaló la prisión para el matrimonio. Sin embargo, dos semanas mas tarde, Sonia Gil quedó en libertad bajo una fianza de 250.000 pesetas.La detención del matrimonio se produjo a raíz de que la Guardia Civil hallase diversas manchas de sangre en el interior del coche del matrimonio, aunque tales manchas de sangre, según se comprobó después no pertenecían al mismo grupo de la enfermera desaparecida.
En octubre de 1993 unos agricultores hallaron restos humanos en la charca de la Guarra, en Punta Entinas. Parecía que por fin el crimen sin cadáver dejaría de serlo. Los datos antropológicos coincidían así como la estatura, color del pelo, etc El cadáver solo llevaba un sujetador como única prenda. Los análisis del ADN y las pruebas dentales, descartaron que fuese Alexandra Lily Lye.En relación con el caso de la enfermera desaparecida, Ian Welch pasó seis meses en prisión hasta que el 4 de marzo de 1992, el juez Antonio Vicente, que retomó al caso llevado inicialmente por el juez Poveda, decretó su libertad bajo fianza de 750.000 pesetas.
En su día, Nicolás Poveda consideró que su actuación en el caso que llevó a Ian Welch a prisión, se basaba en significados indicios racionales de culpabilidad. Con fecha 10 de mayo de 1992, la Audiencia Provincial de Almería acuerda el sobreseimiento provisional de la causa, por la inexistencia de motivos o pruebas para acusar al único implicado, cuyas actuaciones fueron remitidas al juzgado de instrucción de Roquetas de Mar para su archivo.
Etiquetas: Noticias del Recuerdo.
entrada de tribulete @ 18:56
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